Colombia Del Desconcierto al Plan

Colombia: Del Desconcierto al Plan

Esta semana recorrí los pasillos del Congreso de Estados Unidos junto a un gran amigo Juan Carlos Pinzón. Hablamos con senadores y representantes de ambos partidos. Todos, sin excepción, expresaron sorpresa y preocupación por el deterioro de la seguridad en Colombia. Más grave aún, señalaron la ausencia de una conducción clara que encauce la situación. Ese desconcierto, que afuera se percibe con asombro, adentro lo vivimos a diario: noticias de ataques con explosivos, enfrentamientos crecientes, bloqueos masivos y comunidades atrapadas entre el miedo y la desprotección.

 

El diagnóstico es crudo: la violencia actual trasciende los antiguos conflictos armados. Redes criminales, alimentadas por economías ilícitas, combinan control territorial, coacción social y propaganda sofisticada. Donde el Estado retrocede, estas redes avanzan. Persistir en respuestas fragmentadas es negar la realidad.

Un plan integral para retomar el control

El primer paso para corregir el rumbo es pasar del discurso al método. Esto empieza por una radiografía honesta que cruce lo político, lo social, lo económico, lo judicial, lo tecnológico y lo territorial. Esa mirada integral debe ubicar los verdaderos “centros de gravedad”: el dinero ilegal que financia la violencia, los corredores por donde se mueve, los mandos que la dirigen y la legitimidad de las instituciones en los territorios. Sin esta radiografía, cualquier esfuerzo será improvisación.

 

El liderazgo político debe articular un centro de mando civil que coordine los ministerios de Interior, Defensa, Justicia, Hacienda, Planeación, Relaciones Exteriores, la Fiscalía, las Fuerzas Militares y la Policía. Su misión: reencauzar el rumbo de Colombia y llevarlo a ese estado ideal que todos queremos de seguridad, prosperidad, equidad y desarrollo, con metas claras, cronogramas y tableros de seguimiento públicos, debe transformar prioridades en acciones concretas: presupuestos asignados, responsables definidos y resultados medibles. Lo que no se traduce en procedimientos e indicadores, no existe.

El Voto también es Seguridad

Los colombianos tenemos un rol crucial: elegir con cabeza fría, el liderazgo que el país requiere. No es momento de la indiferencia ni de las emociones de moda. Debemos exigir propuestas verificables, hechos y trayectoria, y desconfiar de las promesas vacías y del populismo de corto aliento, buscar la objetividad, trayectoria y propuestas sólidas, alejado de populismos o promesas vacías.

 

Las ganancias de las economías ilegales son enormes. Quien vive de ellas intentará bloquear el ascenso de un liderazgo que ponga en riesgo ese negocio. Por eso, la seguridad de los candidatos es prioritaria. Las propuestas que renuncian a aplicar la ley serán las preferidas por el crimen. También debemos estar alertas frente a aspirantes capturados por intereses oscuros, disfrazados de alternativas “moderadas” y no podemos descartar la llegada de un candidato Manchuriano.

El Inteligencia y Acción Operativa

En el terreno, Colombia debe recuperar la coordinación real entre instituciones. No se trata de más comunicados, sino de resultados medibles: corredores seguros, redes desmanteladas y sentencias en firme. Para cerrar la brecha entre captura y condena, cada operación debe nacer jurídicamente sólida, con fiscales y peritos desde la planeación y cadenas de custodia impecables. La seguridad que no llega a los estrados se desvanece.

 

El corazón de la maniobra es la inteligencia bien hecha y bien controlada. Hay que recomponer las capacidades humanas y tecnológicas, integrarlas con análisis financiero y protegerlas con reglas claras y auditorías internas. La inteligencia debe producir objetivos concretos y legales, no montañas de reportes. Sin legalidad no hay cooperación internacional duradera; sin cooperación, el Estado queda corto frente a redes que operan a escala regional y global.

 

En el terreno, la conjuntez operativa es clave. Comandos conjuntos y fuerzas de tarea interagenciales deben operar en zonas críticas como el Pacífico, Catatumbo, Bajo Cauca, Putumayo y la frontera ecuatoriana, con coordinación en tiempo real, reglas estandarizadas y fiscales integrados desde la planificación. Cada operación debe garantizar cadenas de custodia impecables y sentencias firmes para cerrar la brecha entre captura y condena.

Golpear el bolsillo del crimen

La batalla decisiva se libra en el dinero. Convertir los hallazgos financieros en golpes efectivos implica rastrear beneficiarios reales, depurar listas de riesgo, fortalecer reportes bancarios y agilizar la recuperación de bienes ilícitos. Cada propiedad, vehículo o cuenta incautada tiene que transformarse en un activo público visible —una escuela, una clínica, una vía— para que las comunidades sientan que la legalidad rinde más que la ilegalidad y para ello debemos volver a ser parte de la red global Egmont Group (una plataforma mundial de intercambio de inteligencia financiera).

Construir Estado en los territorios

La seguridad sostenible requiere presencia estatal integral. Cada operación debe ir acompañada de gobernanza: jueces, fiscales, servicios de salud, educación, infraestructura y empleo local. Unidades dedicadas de recuperación comunitaria —con ingenieros, logísticos y gestores sociales— deben garantizar que la institucionalidad eche raíces. Esto no es asistencialismo: es la logística de la legitimidad.

Control Penitenciario y Sostenimiento

Las cárceles no pueden seguir siendo centros de mando criminal. Es imperativo construir nuevos centros, segmentar internos por riesgo, cortar comunicaciones ilícitas y profesionalizar al personal penitenciario. La coordinación con inteligencia financiera y policial debe desmantelar redes de extorsión operadas desde prisión.


El sostenimiento operativo exige abandonar compras impulsivas y adoptar una planificación plurianual que incluya entrenamiento, mantenimiento y tecnologías como comunicaciones seguras, ciberdefensa y drones autónomos para dispersión no letal. La innovación táctica, respaldada por reglas de enfrentamiento claras y respeto a los derechos humanos, fortalece la eficacia y la legitimidad.

Eficacia con legitimidad

La legitimidad e innovación táctica no estorba: sostiene la eficacia. Reglas de enfrentamiento claras, respeto riguroso a los derechos humanos, supervisión interna creíble y rendición de cuentas reducen errores, protegen a la tropa y preservan el apoyo ciudadano. La innovación táctica para evitar el copamiento de unidades por asonadas demanda de aplicación de tecnológica como drones autónomos para dispersión de gas o sistemas de energía dirigida (ADS), caninos, Proyectiles de Impacto Cinético (Bolas de Pimienta),  Gas Lacrimógeno entre otros.

Liderazgo y unidad nacional

El presidente debe fijar una visión clara y garantizar coherencia entre diagnóstico, planeación y ejecución. Gobernadores y alcaldes deben liderar gabinetes regionales de seguridad semanales, usando datos en tiempo real para optimizar recursos. El liderazgo se mide por resultados: corredores seguros, redes desmanteladas y comunidades protegidas.

Conclusión

No hay atajos. Colombia necesita método, disciplina y continuidad. Un diagnóstico riguroso, un centro de mando exigente, recursos estables, coordinación interinstitucional, golpes al dinero ilícito y presencia estatal en los territorios son la fórmula para revertir la inseguridad. Con liderazgo decidido y participación ciudadana, Colombia puede transformar esta crisis en una oportunidad para construir un futuro de seguridad, equidad y desarrollo.

Facebook
X
LinkedIn

1 comentario en “Colombia: Del Desconcierto al Plan”

  1. Es muy acertado en la conclusión, que la fortaleza interinstitucional, estructurado y sobre todo con recursos humanos y materiales ñ, donde es importante el apalancamiento y la sinergia estatal, para el diseño de un buen plan.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Política de Tratamiento de Datos

whatsapp-en-linea >whatsapp-en-linea